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Nuestra profunda vocación contra la reforma tributaria

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Dice Bobbio: “Nuestra estrella polar es la igualdad”.

Las reformas tributarias en el mundo entero son, hoy día, la piedra filosofal de la lucha para la igualdad.

Por eso, es en una reforma tributaria donde nuestra actitud debe ser radical.

Desde la caída de los paradigmas socialistas, aquel lejano listado programático que presidía la estatización de los medios de producción, se concentró en forzar una repartición de la riqueza aumentando los  impuestos de los sectores de alto ingreso. Ahí se focaliza, en todo el planeta, la energía de la promesa política de quienes buscamos la igualdad. Para eso queremos el poder.

Una reforma tributaria no es cualquier proyecto de ley.

En ella es donde se marca nuestra identidad para representar al pueblo al que convocamos en las elecciones comprometiéndonos, por su bien, en una transformación profunda de la tributación y no en las mejoras parciales con que la derecha quiere consolar a los que menos tienen.

Quienes queremos cambios estructurales para el fin de las injusticias, nunca deberíamos apoyar sucedáneos de reformas tributarias de derecha  disculpándonos con que constituyen un paso adelante por el bien de la gente, pues nos hacemos cómplices del gatopardismo de cambiar algo para que nada cambie.

Comprendo la equivocación ideológica que quienes dicen que mejorar algo sería mejor que nada. No es correcto tratarlos de traidores. Simplemente están equivocados con la mejor intención gradualista de la que nos enamoramos por 20 años.

Comprendo la equivocación ideológica que quienes dicen que mejorar algo sería mejor que nada. No es correcto tratarlos de traidores. Simplemente están equivocados con la mejor intención gradualista de la que nos enamoramos por 20 años.

Pero este cambio tributario propuesto por el gobierno puede ser peor que nada para nuestro Chile. Confundirá al país respecto al debate  que convocábamos cuando llamábamos a una reforma profunda y verdadera.

Y para peor, el proyecto tributario de la derecha viene identificado, a la letra, en el mensaje presidencial, como la solución al financiamiento de la reforma a la educación. Si lo aprobamos contribuiremos a que la verdadera reforma a la educación se limite a este sucedáneo. Y aprobándolo nos obligaremos a callarnos por largos años a toda nueva propuesta para mejorar el financiamiento de la educación aumentando tributos.

No debemos apoyar una reforma que avanza y retrocede en pedacitos. Ese truco de la derecha en el mundo y en Chile distancia hacia un futuro lejano las reformas profundas que hemos prometido porque el país las necesita. No se trata de negarse a la idea de legislar, sino a ESTA idea de legislar en estos límites. Votarla a favor reduce el debate a los supuestos o reales perfeccionamientos a los que nos convoca el gobierno y nos limitamos en torno al marco de su propuesta. Votar a favor de la propuesta del gobierno es diluir la amplitud del debate que hemos dicho que es fundamental para terminar con la desigualdad.

Por eso esta reforma es dañina y muy mala para nuestro pueblo. Los ciudadanos no ganarían un poco, sino que perderían mucho. Postergaríamos o renunciaríamos a la batalla por la igualdad que tanto prometimos.

Por ese tipo de confusiones, entre otras cosas, perdimos la elección presidencial del 2009. Avanzar en la medida de lo posible fue correcto para comenzar, para afirmar la democracia. Hizo bien el Presidente don Patricio Aylwin en proponerla para ese período inicial, pero nos equivocamos y transformamos una consigna transitoria en permanente. O al menos la asumimos lamentablemente por 20 años.

Algunos en nuestras filas nos vuelven a invitar a votar a favor de la Reforma Tributaria del Presidente Piñera, RN y UDI, porque eso sería lo posible hoy.

¿Transformaremos nuestra convocatoria, también hoy día, en “la medida de lo posible”? ¡No! Eso sería incumplirle al pueblo al que le pedimos el voto ofreciendo reforma tributaria en tormo a nuestra promesa contra las desigualdades.

La igualdad es nuestra identidad. Para eso existe la izquierda y la centro izquierda como sector político.

Votar a favor del proyecto tributario del gobierno es diluir nuestra identidad. Confundiríamos nosotros mismos al país diciéndole que en las elecciones da lo mismo “votar por Chana que Juana”.

Entonces no nos extrañemos de la confusión del elector ni de nuestra derrota en las elecciones y en las encuestas si nosotros mismos destruimos nuestras fronteras con la derecha.

Después del fracaso del mundo socialista para destruir la pobreza y para lograr igualdad, las fronteras entre izquierdas y derechas parecieron hacerse difusas. La derecha lucha para anular a las ideas socialdemócratas y levanta propuestas que confunden a la opinión pública. La derecha siempre aparentará transformaciones que tiendan a diluir nuestra identidad. Pero nosotros no debemos suicidarnos en esa confusión.

Este proyecto se basa en el límite de reforma tributaria que estableció la derecha. Votar en contra es identificar con claridad que la derecha no fija nuestro límite y que nuestros contenidos profundos son diferentes. Porque nuestra guía es la igualdad.


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